Editorial

El costo de condonar el CAE

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Acceder a educación superior ha sido un sueño compartido por sucesivas generaciones, tanto por el deseo de adquirir conocimientos y capacidades, como para multiplicar los ingresos obtenidos con la sola obtención de la licencia secundaria. Sobre esto último, la encuesta Casen revela que una persona con 17 años de estudios obtiene, en promedio, un ingreso equivalente a tres veces el observado por el egresado de enseñanza media.

Esta diferencia de ingresos, con su respectiva variabilidad, da soporte conceptual a la creación de un sistema de crédito, en donde un estudiante financie su carrera con ese financiamiento para posteriormente pagarlo y con ello financiar a los estudiantes que ingresan posteriormente. Este tipo de mecanismos existe en varios países, y en el caso chileno con condiciones de pago contingentes al ingreso, con una tasa de interés subsidiada y plazo fijo de pago, en donde se condona el saldo insoluto. Desde su inicio en 2006, han solicitado este crédito con aval del Estado cerca de 1,2 millones de estudiantes.

Lamentablemente, el populismo implícito en este debate deja en segundo plano discusiones relevantes sobre la educación superior.

Lamentablemente, la discusión política ha derivado hacia la ilegitimidad del sistema de crédito y a partir de ello su derogación. Esto fue propuesto sucesivamente en los últimos ciclos electorales y la promesa de condonación del stock de deuda generó el alza sustancial del incumplimiento, lo cual activa el aval estatal y su correspondiente desembolso de cargo a los contribuyentes.

El stock vigente de deuda alcanza a UF 283 millones, US$ 11,7 miles de millones aproximadamente, lo que da cuenta del impacto que tendría sobre las finanzas públicas una condonación total. Esto ha llevado a que las autoridades más cercanas al manejo presupuestario hayan moderado el alcance de la propuesta legislativa que sería presentada en septiembre próximo (el Gobierno recientemente ha optado por hablar de “solución”, en lugar de “condonación”).

Es lamentable que el populismo implícito en este debate deje en segundo plano discusiones relevantes sobre la educación superior, como lo es, entre otras, una evaluación de los resultados de la gratuidad, el financiamiento de la investigación y la situación de las instituciones no acreditadas.

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